miércoles, 20 de julio de 2011

Las Midalvis No tienen Fiesta de Graduación

Hace unos días, mi hija mayor recibió su título de graduada en Licenciatura en Matemáticas en solemne ceremonia en el Aula Magna de la Universidad de la Habana. Llegué tarde pues el acto coincidió en tiempo con mi turno para navegar por Internet en una de las embajadas de países que generosamente abren sus puertas a cubanos de a pie como yo, que no podemos emplear nuestro escaso salario mensual para navegar 2 horas por Internet en un cibercafé de un hotel.

Este gesto de facilitar a cubanos y cubanas la posibilidad de asomarnos gratuitamente al mundo y verlo cómo es, para mí tiene tanta importancia y valía emocional como la graduación de mi hija. Ella lo aceptó naturalmente pues está al tanto del inmenso valor de esa ayuda de información y desinterés sin la cual nunca sería tan buena estudiante, ni estaría tan actualizada sobre su profesión.

Después de la entregas de diplomas y distinciones el Aula Magna bullía de regocijo. Varios jóvenes graduados, llenos de felicidad y nervios, se tomaban fotos abrazados a sus familiares, eufóricos y conmovidos como mi esposo y yo. Todos los progenitores que allí estábamos somos iguales: exigentes y amorosos. Pero había algo más y es lo mejor y a su vez, lamentable… la gran mayoría somos graduados universitarios. Por ello no pude evitar el recordar a Midalvi.

La conocí hace años en el Parque Lenin, un lugar de recreo muy popular en la Habana. Era una muchachita semejante a los demás niños del aula de primer grado. La chiquillería se divertía comiendo golosinas y haciendo travesuras, mientras las madres y maestras conversaban y cuidaban a la “tropa”.

Lo que me llamó la atención de Midalvi era que reía poco y no comía nada. No obstante con disimulo guardaba sus caramelos y dulces en una bolsita de nylon. Sorprendida indagué por ella a la maestra, la cual me contó que su padre estaba preso por robo y la madre no iba ni siquiera a las reuniones de padres. Al acercarme a la chica le pregunté si no le gustaba lo que se le ofrecía y la respuesta fue aún más inusual:

- Me gusta mucho pero son para mi mamá y mi hermanito. No pudieron venir.

Desde ese momento comencé a reconsiderar junto a mi esposo si la educación que le dábamos a nuestras hijas era la adecuada o no. Nuestras chicas nunca nos traían ni un caramelo cuando volvían de excursión, además desconocían muchas de nuestras necesidades.

De vuelta a las clases seguí de cerca de Midalvi. Hallé a una chica muy talentosa para las matemáticas. Me brindé a ayudarla y al poco tiempo, gracias a su genialidad era la mejor de la provincia.

A la maestra no le hacía mucha gracia mi asesoramiento pues desplacé sin saberlo a un alumno que tenía como “predilecto”. Hijo único, padres excelentes pero muy egoístas. No admitían competencia para su primogénito, aunque Midalvi los puso en aprietos y tuvieron que compartir con ella el lugar cimero entre los mejores del centro escolar.

Terminada la escuela primaría mi hija mayor y Midalvi se separaron. Fueron a estudiar a escuelas secundarias diferentes. Nunca conocí a los padres de la niña, ni a su familia. Supe después que estudiando Técnica en Contabilidad por poco la expulsan por mala conducta. Mis hijas se la tropezaron en el ómnibus y apenas la reconocieron, tan avejentada se veía. Ya era madre de dos niños y se había mudado del barrio.

No sé si Midalvi volverá a estudiar. Casi nunca las Midalvis tienen Fiesta de Graduación en la Universidad. No importa cuán talentosas sean. La pobreza y la marginalidad no dejan escapar tan fácilmente a sus presas. Ahora en Cuba solamente el liderazgo, compromiso y la creatividad de la Sociedad Civil puede hacerles frente.

No se pretende hacer solo estudiantes universitarios, al menos yo sueño con que estas Midalvis, varón o hembra, lleguen a su adultez siendo mujeres y hombres que se sientan capaces y amados por la propia sociedad que los ve crecer.

De lo contrario, la querida estatua del Alma Mater seguirá apareciendo bella e impasible en las fotos de los mismos triunfadores de toda la historia y de algún que otro tenaz “soñador” y su, también afortunada, prole.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dora, aprovecho para felicitar a su hija; es realmente admirable graduarse de una carrera tan complicada en la situación actual de su país. Me gusta su trabajo, espero siga adelante con el; pienso que deben cambiar muchas cosas para que la cantidad de Midalvis en función del tiempo correspondan a un grafo decreciente. Para empezar, su lucha deberá ser la lucha de todos los cubanos...¿es posible llevar a la mente de tantos enagenados hermanos esa idea?...Sociedad Civil, menciona usted...¿cuantos compatriotas conocen al menos la palabra?...mmm..quizas la compañía del Alma Mater seguira siendo privilegio de los de la clase alta cubano y de unos pocos titanes como su hija...

Anónimo dijo...

Muy amables sus palabras pero quiero que sepa que ella no es la ùnica. Muchas chicas y chicos se estàn preparando para que Cuba sea lo que siempre ha sido y serà: La isla grande de TODOS los cubanos y cubanas, vivan en Cuba, o en cualquier lugar del Universo como Plapliplo. Muchas gracias. Este blog aparece en inglès con la URL: plapliplo.wordpress.com