martes, 26 de abril de 2011

Sueño con el bienestar y la excelencia educativa para todos los niños cubanos.

Un vecino me reprocha que no me muestro preocupada por los cambios anunciados en el 6to Congreso del Partido Comunista de Cuba. Se indigna además cuando le digo que los cambios son reales e irreversibles y para nuestro gusto o disgusto Cuba está cambiando.
Sin el menor enojo le recuerdo que cuando todos callaban lo mal hecho, no tuve reparos en opinar públicamente, a pesar de ganarme el conocido apelativo de "desafecta al sistema revolucionario" y de asumir junto a mi familia todos los riesgos y problemas de ser catalogada así en Cuba.

Menciono el incidente pues ahora terminé de leer un pequeño libro llamado "Sueños de Libertad" que contiene una admirable recopilación de alguno de los discursos más destacados de Martin Luther King.
En muchas partes del libro aparecen las palabras amor y paz. Hay un fragmento en la página 77 de uno de sus discursos que me conmovió profundamente:
" Me puedes quitar la vida, pero no me puedes quitar mi derecho a vivir; puedes quitarme la libertad pero no mi derecho a ser libre; puedes quitarme las ganas de ser feliz, puedes evitar que busque la felicidad, pero no puedes quitarme mi derecho a ser feliz."

Soy una sencilla ciudadana que pretende que la educación cubana no solo sea buena, sino excelente.
Por toda Cuba aparecen carteles hablando sobre la Convención sobre los Derechos del Niño. Yo como madre, mujer y ciudadana quiero que se cumplan.
Deseo de todo corazón que los niños y niñas cubanos, vivan en Cuba o no, sepan todo lo posible sobre su patria y piensen por si mismos sin importar la afiliación política o religiosa de sus padres.
Deseo que los niños nacidos en ambientes desfavorecidos tengan las mismas posibilidades de prosperar que los demás.
Cada vez que vea y conozca algo que afecte aunque sea a un solo niño cubano lo voy a decir.
Pretendo incluso que la Asociación Cubana para la Educación Infantil sea exitosa por que la Sociedad Civil Cubana tiene el derecho a que se le tenga en cuenta.

Los padres cubanos no tienen voz , por tanto hablo y voy a seguir hablando como madre. Los maestros cubanos tampoco la tienen, hablo y voy a seguir hablando como maestra. No es un invento mío sino un derecho proclamado por la ONU y la UNICEF, y que ha sido aceptado por la República de Cuba.

Lamento mucho que mi vecino no me oiga comentar sobre temas políticos ni económicos. En realidad para mí son una simpleza cuando veo todo lo que necesitan nuestros niños y niñas. ¡Qué pena tengo con él, que conociéndome desde hace tantos años, no lo entienda!

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